Mexicanos Unidos
Los mexicanos provenimos de una de las seis civilizaciones originarias del mundo; nuestra historia comenzó hace más de doce mil años. El progreso alcanzado por nuestros ancestros, incluso hoy es reconocido en áreas como las matemáticas, medicina, urbanismo, ingeniería y agricultura; basado todo ello en su visión del cosmos y del amor a la Madre Tierra.
La invasión europea realizada aparentemente por un pequeño ejército, fue en realidad la de una potencia mundial de la época. La fuerza invasora venía dotada de armas de acero y de fuego, caballos y armaduras; así como de la experiencia militar de ochocientos años de guerra contra los moros, y el arma letal que significaron las epidemias de viruela, sarampión y otras.
El tipo de armas, armaduras y el uso de caballos los hacía prácticamente invulnerables frente al armamento de nuestros antepasados. Por la ventaja militar y la determinación de apoderarse de nuestras riquezas naturales, en tan solo ochenta años, casi exterminaron a nuestro pueblo, al pasar de veinticinco millones a menos de ochocientos mil habitantes.
Después de trescientos años de sometimiento y explotación, nuestro pueblo, con el liderazgo de Hidalgo y Morelos entre otros, logró independizarse del Imperio español.
El siguiente paso trascendente del pueblo mexicano fue consolidar la República. Primero al resistir la invasión y el expansionismo del naciente imperialismo estadounidense y posteriormente restringiendo el poder económico y político de las altas jerarquías eclesiales y militares, y derrotando a las fuerzas imperialistas de Francia e Inglaterra. Lucha en la que destacó la generación de la Reforma, encabezada por el benemérito Benito Juárez.
Pero nuevamente el país fue sometido a los intereses del capital extranjero, que encontró en la dictadura de Porfirio Díaz el mejor instrumento de dominación y explotación, lo que produjo un enorme empobrecimiento de la población y la concentración de la riqueza en unas cuantas manos.
Esto a su vez provocó el estallido de la Revolución Mexicana de 1910 a 1917. Esta revolución que ha sido reconocida como la primera revolución social en el mundo; estuvo encabezada por los generales del pueblo, Francisco Villa y Emiliano Zapata. La fuerza popular de este movimiento dio origen a la promulgación de la actual Constitución Política, el 5 de febrero de 1917.
En la época postrevolucionaria, el gobierno del general Lázaro Cárdenas del Río dio un nuevo impulso al progreso del país, mediante el reparto agrario y la expropiación petrolera en favor de la Nación. No obstante, los gobiernos que le siguieron actuaron en favor de los económicamente poderosos del país y de las potencias extranjeras, concediéndoles nuevamente privilegios de acaparamiento de la tierra y propiciando la concentración del capital mediante la entrega de áreas estratégicas de la economía y la explotación de los trabajadores.
Este sistema de gobierno contrario a lo establecido en la Constitución, adquirió mayor fuerza a partir de 1982, cuando, con promesas de modernidad y mejoría, nos insertaron en el modelo económico neoliberal, sostenido por las potencias extranjeras que dominan el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.
Actualmente todos los pueblos del mundo sufrimos las consecuencias de la cada vez más evidente concentración de la riqueza natural y de la producida por los trabajadores, en unas cuantas personas. La evidencia más contundente de ello es que el capital financiero, que domina la actividad económica en el mundo, se concentra en unas cuantas familias de banqueros.
Este sistema económico, basado en la obtención la ganancia a toda costa, está conduciendo al deterioro irreversible de todos los ecosistemas del planeta, degradando la vida social y reduciendo cada vez más la capacidad de los seres humanos para adquirir los medios indispensables para su subsistencia.
Si continuamos sometidos a esta Civilización basada en la obtención del lucro y la depredación del medio ambiente, capital natural que nos heredó la Madre Tierra, estaremos condenados a desaparecer como especie en unos cuarenta o cincuenta años.
Resulta irracional e inhumano, que para resolver la actual crisis económica mundial los gobiernos priven a los pueblos de educación, alimentos, empleos, salud, vivienda y otros satisfactores y entreguen miles de millones de dólares a los banqueros. Como en el vergonzoso caso del gobierno mexicano que aportó más de 18 mil millones de dólares al FMI y al Banco Interamericano de Desarrollo; cuando arguye que no hay dinero para resolver problemas como los arriba mencionados, y tampoco para impulsar la investigación científica y tecnológica, herramientas indispensables para resolver los problemas que nos aquejan.
Cabe alertar a los pueblos acerca de la acción bélica desesperada de las élites del poder económico del mundo, encabezadas por los gobiernos de Estados Unidos, Inglaterra e Israel; que podrían iniciar, por medio de la OTAN, una guerra nuclear en Medio Oriente, China, Rusia, India o Latinoamérica; con la intención de apoderarse de los energéticos, el agua y los territorios.
La situación nacional e internacional mencionada, impone a los pueblos la tarea de organizarse. Con esta finalidad los mexicanos conscientes debemos realizar el esfuerzo de unirnos en la defensa de nuestros legítimos derechos consagrados en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y contenidos también en diversos instrumentos del derecho internacional, como los derechos humanos básicos y los económicos, sociales y culturales.
Recuperar la soberanía sobre nuestros recursos económicos naturales estratégicos, como el petróleo, los minerales, los litorales, la producción agrícola y forestal, las comunicaciones terrestres y aéreas, y las telecomunicaciones, es una tarea prioritaria y urgente.
Para lograrlo, tenemos que hacer cumplir nuestra Constitución, aunque el gobierno y sus amos extranjeros se opongan. Los niños y jóvenes mexicanos no merecen seguir en la incertidumbre, ni en la desesperanza; para ellos debemos lograr educación, empleo pleno y respeto a su dignidad, sin que se les siga estigmatizando como responsables de las condiciones precarias en que los ha colocado el sistema social injusto e inconstitucional que padecemos.
La disyuntiva no es lo nuevo frente a lo viejo, sino entre lo que sirve para alcanzar una vida digna del pueblo y lo que sirve para mantener y acrecentar su empobrecimiento.